El velatorio, de táctica para evitar el entierro en vida a tradición y cultura.

 

 

Es bien sabido que tras el deceso de una persona los amigos, familiares, compañeros de trabajo y conocidos del fallecido y la familia se congregan para despedirlo y dar el pésame por la perdida, pero, ¿sabe realmente el por qué se vela el cuerpo del difunto? y de dónde viene esta costumbre que se volvió tradición.

 

Velar proviene del latín vigilare y se asocian a la vigilancia que realiza una persona, aunque tiene múltiples significados como el de ‘pasar la noche al cuidado de un difunto’.

 

Esta tradición se realiza en todo el mundo, algunas de ellas con ciertas características que las vuelve peculiares y únicas, pero tienen la misma finalidad, honrar la vida de la persona difunta en la compañía de sus familiares y amigos para marcar último adiós antes de descender al sepulcro, pero antiguamente tenía otro propósito.

 

Esto se remonta a la época medieval  donde las condiciones de salud e higiene no eran las idóneas, y la medicina no estaba tan especializada como en nuestros días ya que constaba de una mezcla de supersticiones, tradiciones, y el uso de plantas medicinales y conocimientos transmitidos por los antiguos griegos y romanos. En aquellos tiempos no se tenían las herramientas ni el conocimiento para confirmar de manera acertada entre la muerte natural y por envenenamiento de la persona.

 

El decir velar a los fallecidos se debía que se encontraron casos de personas que fueron enterradas aún con vida pero se pensaba estaban muertas.

 

Y ¿a qué se debía esto?…

 

A la catalepsia un trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad  y de la sensibilidad del cuerpo, ya sea voluntaria o involuntaria.

 

Durante este estado biológico el cuerpo permanece paralizado,, en aparente muerte y sus signos vitales son muy débiles cuando en realidad se encuentra viva en un estado que podría ser consciente o inconsciente; en ciertos casos el individuo se encuentra en un vago estado de conciencia, mientras que en otros pueden ver y oír a la perfección todo lo que sucede a su alrededor.

 

Este malestar es provocado gracias al envenenamiento por estaño, material que se encontraba presente en la elaboración de platos y utensilios de cocina y que causaba la aparente muerte del individuo. Es por eso que se velaba al difunto para detectar señales de vida en el cuerpo y demostrar que sólo se trataba de un estado pasajero que duraba horas o incluso días, ya que los médicos de esos tiempos no podían diagnosticar este estado con toda seguridad.

 

Debido a esto se crearon los llamados “ataúdes de seguridad” con banderas, respiraderos o campanas instaladas en los féretros por si el presunto fallecido despertara pudiera sonar la campana y pedir ayuda, y el velador del panteón acudiera a su ayuda. Hubo un miedo generalizado a ser enterrado vivo y por eso se tomaron estas medidas.  Aunque este tema lo abordaremos después con mayor detalle.

 

Independientemente de la religión o creencias, los cuerpos descansaban en el sepulcro, o incluso en el hogar del difunto durante 3 días, en donde los familiares y amigos se acercaban para despedirse y velar por si el difunto despertaba. También llevaban presentes a la familia y mensajes de condolencia e incluso en ocasiones era acompañado con llanto y ayuno para solidarizarse con la familia.

 

En Irlanda el culpable era el plomo, usado en las barricas que fermentaban la cerveza, velar a un muerto o participar en un “Wake” como lo conocen en esa región, se convertía en una ceremonia singular ya la esperanza se mantenía para que el fallecido despertara o diera señales de vida y durante 3 días era velado antes de ir a entierro.

 

Los judíos por su parte durante tres días dejaban abierto el sepulcro antes de sellarlo, y la cámara funeraria fuera visitada frecuentemente por familiares y amigos los cuales esperaban señales de que sólo estuviera en una especie de trance o de sueño. En la actualidad se mantiene la misma esencia aunque han cambiado los motivos.

 

Hoy en día se reúnen las personas para celebrar y honrar la vida de la persona difunta en la compañía de familiares y amigos. Para así dar el último adiós al que fue padre, madre y compañero en vida, etc., antes de descender al sepulcro. Un velatorio es una escena de tristeza y de alegría a la vez, por el término de esa vida y por el recuerdo del preciado cariño de la misma.

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